A muchos de nosotros desde pequeños nos inculcaron que no está bien exteriorizar nuestras emociones cuando éstas no son alegres, constantemente escuchamos los clásicos “no llores”, “no pasa nada”, y con el pasar de los años seguimos escuchando cosas como: “no le pares”, “no vale la pena llorar por eso”, “no tienes motivos”, “tienes que superarlo”… e incluso nos volvemos parte de este círculo repitiendo estos consejos.
Estas ideas nos acompañan desde que tenemos uso de memoria haciendo que, inconscientemente, rechacemos aquellas emociones que nos hacen sentir incómodos y luchemos contra ellas cada vez que aparecen. Lamentablemente, las emociones no saben seguir órdenes ni tienen botones de encender y apagar.
Cuando sentirse bien pasa a ser una obligación y queremos que la incomodidad desaparezca, se hace casi imposible lograrlo. Nos sentimos frustrados y quizá hasta torpes, pensando que cualquiera puede controlar sus emociones menos nosotros, y así terminamos peor que antes. Hoy quiero compartir contigo algunos tips para vivir en armonía con nuestras emociones.
1. IDENTIFICA LO QUE SIENTES
Muchas veces solemos confundir emociones, un ejemplo de esto puede ser cuando alguien nos grita y nos enojamos, quizás no estés enojado, pero posiblemente sí estés triste. El primer paso es identificar lo que estás sintiendo. Cuando notes que algo está sucediendo tómate un momento para pensar ¿qué siento? Cada emoción se manifiesta de una manera diferente tanto en nuestro estado de ánimo como en nuestro cuerpo. La tristeza, por ejemplo, puede sentirse como un vacío en el pecho y la molestia como un calor en las extremidades. Con el tiempo podrás hacerlo de manera automática, pero al principio es bueno tomarse unos minutos y escanearse por completo.
2. ACÉPTALO
Lo único que una emoción necesita para ser válida es que la estés sintiendo, así que no cuestiones si vale la pena, si tiene sentido o si deberías o no estarla sintiendo. Lo que sea que estés sintiendo es válido.
3. SIENTE
Para eso están las emociones, abre un espacio para sentirlas a plenitud sin querer esconderlas, cambiarlas o luchar contra ellas. Busca un lugar seguro en donde puedas expresarte por completo, ten en cuenta que no eres lo que estás sintiendo y que así como apareció en ti, en algún momento se irá. Aceptar y sentir no implica resignarnos o hundirnos en la emoción, se trata simplemente de darnos el tiempo y el espacio, el momento que necesitamos, para que la emoción se manifieste.
4. FLUYE
Una de las cosas que se nos puede complicar cuando no nos sentimos a nuestro 100% es continuar con nuestros deberes y tareas con la misma eficacia de siempre. Date permiso para ser un poco más lento, toma descansos conscientes, y continúa con tus labores sin presionarte, ten presente que cuando la emoción pase regresarás a tu ritmo habitual.
Antes de terminar, quiero compartir contigo una opinión muy personal acerca de sentirnos mal.
El dolor es una parte inevitable de la vida, desagradable pero necesaria. Gracias al dolor, las experiencias positivas cobran sentido, no podríamos identificar si estamos contentos o felices si jamás hubiésemos experimentado la tristeza. El contraste es lo que les da el significado.
Además, gracias al dolor somos capaces de sentir empatía, entonces respeta y honra tu propio sufrimiento de la misma forma en la que lo haces con el de los demás, y no te castigues imponiéndote obligaciones. Tienes derecho a sentirte mal, a llorar, o a darle importancia a las situaciones. Una de las herramientas que más me ha ayudado a identificar, validar y aceptar mis emociones negativas ha sido la meditación.
Recuerda:
– Eres un ser humano que se compone de cuerpo físico, mente, emociones y sentimientos. No eres una máquina.
– No eres tus emociones ni tus pensamientos, así que no te hundas en ellos, simplemente deja que lleguen y se vayan con naturalidad.
– La única manera de superar emociones desagradables es aceptándolas y viviendolas.
