El duelo que nos enseña a estar más presentes

Antes de que comiences a leer este artículo debo advertirte una cosa: el duelo no es algo que podamos considerar finito, pues, una vez que llega lo hace para quedarse. Cuando lo experimentamos, nos transforma, nos reescribe y esa versión de nosotros que existía antes de que pudiésemos conocerlo queda atrás.
 
Esto no es necesariamente algo malo, solo que lleva tiempo poder descifrarlo e integrarlo. Los primeros días, semanas o meses después de la partida de un ser querido son como un terremoto: nunca esperamos todo lo que va a venir después y nos mueve desde los cimientos. Nos deconstruye por completo para que, poquito a poco, podamos construir una nueva versión de nosotros mismos que sea más enraizada, consciente y que conecta más con el amor incondicional, el cual es nuestro lenguaje universal.
 
Finalmente, experimentar el duelo es lo que tenemos que dar a cambio por crear conexiones realmente significativas con seres realmente maravillosos. No desaparece porque el amor que sentimos es infinito, pero con el tiempo se transforma y nos transforma.
 
Me ha llevado un tiempo poder procesar todo esto que les estoy contando arriba, creo que me falta un largo camino por recorrer, pero quiero compartirles algunas de las cosas que me han ayudado a comenzar a entender y a vivir el duelo de forma consciente: a no verlo desde el miedo sino desde el amor.
 
1. No te presiones: atravesar el duelo es enfrentarse a una nueva forma de entender todo lo que nos sucede y todo lo que nos rodea. Es procesar que hay dinámicas que ahora no serán iguales con todos los cambios que eso conlleva. Puede resultar bastante cuesta arriba poder reubicarnos en un tiempo-espacio con tantos cambios sucediendo al mismo tiempo, por lo que es posible que nos cueste entender e integrar hasta los procedimientos más simples para las tareas más cotidianas.
Te prometo que poco a poco lograrás ir retomando ciertas rutinas y la agilidad que alguna vez te caracterizó. Pero es importante que te des el tiempo necesario para vivir cada etapa, para procesar lo que estás dejando atrás y lo que está por venir. La mejor manera de hacerlo es: un día a la vez.
 
2. Sé compasivo contigo: la única manera de comenzar a seguir adelante es atravesando conscientemente todo el proceso. No sirve de nada tratar de ignorarlo o ponerle una cortina de humo tratando de mantener la mente ocupada; aunque a veces pueda darte miedo o te haga sentir incómodo, darte el espacio para sentir tristeza, rabia, incertidumbre, miedo y para recibir amor incondicional por parte de otros es lo que te ayudará a abrir las puertas de la aceptación y a sanar muchos procesos que vienen con el duelo, todas las veces que sea necesario.
 
3. El duelo no es un proceso lineal: con el tiempo notarás que hay días mejores que otros. Días en los que tienes la fortuna de poder vivir tus rutinas “normalmente” y en los que los pensamientos de duelo no son lo primero que viene a tu mente al despertar o antes de dormir. Así como habrá otros días que parecen un día lluvioso: se siente como un retroceso de todo lo que pensaste que habías avanzado, pero eso está bien. El dolor por la pérdida nunca desaparecerá por completo pero, eventualmente, después de pasar las veces que sean necesarias por las etapas de negación, negociación, rabia, tristeza y aceptación, se hace un poco más ligero y llevadero.
  4. Ten una red de apoyo: poder comunicar a otros lo que nos sucede, desde lo que pensamos hasta lo que sentimos, nos ayuda a liberar tensiones, calmar la mente, sentirnos sostenidos y a conocer nuevas perspectivas de lo que estamos atravesando. Es importante saber pedir ayuda cuando la necesitamos, y si en algún momento sientes que no tienes las herramientas para lidiar con lo que te sucede, acudir a un profesional que pueda brindarte la guía que necesitas.
 
5. La ansiedad llegó pero no para quedarse: cuando vivimos un proceso de duelo, la “percepción” que teníamos de control sobre algunas cosas, desaparece. Es un recordatorio claro de que no podemos controlar absolutamente nada de lo que nos rodea, solo la forma en la que reaccionamos a ello. Esto puede generar mucha ansiedad, y una de las mejores formas de comenzar a lidiar con ella es conectar con actividades que nos mantengan anclados al momento presente: meditar constantemente, hacer yoga, salir a correr, pintar, bailar, cualquier cosa que nos guste mucho y que nos ayude a calmar los pensamientos que se encuentran rumiando por allí.
 
6. Este momento es así: es el título de una de las meditaciones de Yivana y una frase que se quedó conmigo como un recordatorio constante de que hay cosas que no puedo cambiar, pero con el tiempo, sí aprender a aceptar. Me permitió comenzar a entender que morir es tan normal como nacer, y que aunque parezca injusto es el ciclo que nos ha tocado vivir en este mundo físico. Nuestro cuerpo es el vehículo de nuestra alma, es lo que dejamos en este mundo para poder trascender y reencontrarnos con nuestra familia de almas en otro plano.
 
Creo que el duelo es un proceso complejo que todos vivimos y experimentamos de formas distintas, pero que con la ayuda y el apoyo necesario somos capaces de atravesarlo para transformarnos. Nos convertimos poco a poco en una versión de nosotros que está más presente, que no da las pequeñas cosas por sentado, que ama más, ríe más, y que entiende que gracias a la esencia pasajera de la vida debemos vivir cada día lo más conscientes que podamos.
 
Debemos sumergirnos en ese océano para poder salir completamente fortalecidos. Un día a la vez

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