La naturaleza, el espacio, y el ser humano son referencias de un sentir y un percibir entre la realidad y el ensueño. Gracias a esta percepción de un determinado tiempo, que a su vez nos da tiempo para experimentar, observar y reflexionar sobre ese contacto con las formas, los sonidos, los colores, las texturas, los músculos, los huesos y lo más profundo de nuestros sentimientos, está el arte; enseñándonos que la vida está en esa otra parte, en ese otro nivel de consciencia.
No es blanca y negra, te enseña a apreciar cada uno de los matices en la amplia gama de colores, y la imaginación que requiere te invita a trasladarte a ese otro mundo en el que todos son bienvenidos a entrar.
Hablar de arte es hablar de todas las transiciones de la vida de un artista que emerge a la superficie desde el interior, que busca el equilibrio en la no simetría, en lo abstracto; estableciendo una estrecha conexión entre lo que se ve y lo que se siente para plasmarlo en el momento presente.
Entonces, ¿cómo puede el arte incidir directamente en nuestro bienestar?
Todas las formas de expresión en el arte son fantásticas, ya que requiere que el artista se mezcle y se conecte con lo más profundo de su alma y su verdad; y no hay nada más espontáneo, orgánico y natural que dicha práctica en un mundo en el que no siempre nos permitimos ser plenamente.
Esta intervención que podemos experimentar entre nuestra vida cotidiana y las artes pueden adaptarse para que tengan relevancia en todos los ámbitos de nuestra existencia, y también en diferentes orígenes culturales. Creando en cada uno de nosotros una esfera dentro de nuestra realidad, pero con un nivel de consciencia mucho más expandido y profundo.
No hace falta más que ver los grandes santuarios rupestres para entender que ya desde la prehistoria el hombre sentía esa necesidad de comunicar y grabar recuerdos, de transmitir información, de transformarse más allá de lo físico. Ver La Noche Estrellada de Van Gogh, o El Grito de Edvard Munch y sentirnos arropados por ese sentimiento universal de magnetismo y fascinación, o comprensión y desasosiego. Incluso escuchar tu música favorita y que esto repercuta significativamente en tu estado de ánimo; de estar frente a una obra literaria, o tomar una clase de danza y sentir que tu mente y tu corazón están mucho más dispuestos, son solo algunos de los ejemplos de lo que el arte, tan elemental en nuestras vidas, influye en nuestro bienestar.
¿Por qué sucede esto?
Más allá de que sea una pieza clave en la cultura y de su gran impacto en la sociedad, el arte nos enseña a ver y comprender diferentes tipos de realidades; nos traslada a otros tiempos, a otros mundos inexplorados. El efecto liberador y motivador que producen las actividades artísticas, tanto realizándolas como admirándolas, nos ayudan a crecer intelectualmente y a entender bajo una observación consciente lo que estamos viendo y sintiendo en profundidad.
Es un medio de comunicación y expresión que estimula nuestra imaginación y creatividad, lo que nos enseña a analizar desde diferentes puntos de vista eso que nuestros ojos perciben como realidad. Entendiendo bajo ese concepto que no hay una única respuesta correcta, o una sola forma de hacer, sentir o interpretar; sino por el contrario, existen un sinfín de posibilidades para traspasar nuestra propia frontera.
¿Cómo podemos incluir el arte en nuestras vidas?
En cada sociedad el arte varía conforme a la forma en que este es apreciado. Sin embargo, otorga un lenguaje universal que abre muchas posibilidades para no perdernos de los regalos que nos promete.
Podemos empezar por la sencilla tarea de realizar o admirar alguna actividad artística, aquella que más nos guste; o quizás, alguna que no nos guste tanto (ya sea porque tenemos ciertos prejuicios sobre ella, o por alguna experiencia pasada negativa, o por simple desconocimiento) y vivirla desde otro punto de vista más reflexivo, observar las sensaciones que ésta nos produce, identificarlas y usarlas a nuestro favor.
Esta actividad podemos realizarla una vez al mes, o una vez a la semana si nuestra agenda nos lo permite. ¿Cómo? acudiendo a una obra de teatro o algún espectáculo de danza, un musical, la ópera, visitando un museo o cualquier otra exposición de pintura, escultura, fotografía etc; asistiendo a un concierto, al cine, o simplemente visitando tu biblioteca para leer ese libro que llevas tiempo deseando disfrutar.
Como podemos ver, el arte es muy amable con nuestras preferencias, y a medida que nos vamos familiarizando nos iremos sensibilizando para apreciar todas sus manifestaciones. Para inspirarnos y ayudarnos a innovar, a observar y a apreciar diferentes tipos de belleza, para entender que nuestros esquemas cognitivos y perceptivos pueden expandirse sobre una cabeza y un corazón que están dispuestos a sentir y a ser.