Vivir en gratitud se siente como si estuviésemos en una playa hermosa, observando un atardecer naranja, mientras nos dejamos llevar por el sonido arrullador de las olas del mar. Es imposible no sentirse en bienestar si nos imaginamos en una situación parecida ¿Cierto?
Ser agradecido podría ser considerado como un acto de amor propio: cada día tenemos el poder de hacernos conscientes de las bendiciones que tenemos en nuestra vida y de las cosas maravillosas que nos suceden, desde las más pequeñas hasta las más grandes y notorias. La alegría del reencuentro con un ser querido, un mensaje que te sacó una sonrisa, asomarte en el balcón y ver las guacamayas pasar, tener éxito en un proyecto laboral o disfrutar de una buena cena en familia ¿Eres consciente de todo lo bueno que te rodea aquí y ahora?
Si hace algunos años me hubiese tocado responder esta última pregunta, probablemente hubiese dicho que sí sin detenerme a pensar si realmente era cierto o no. Pareciera que hubiese estado dormida durante mucho tiempo y, hasta que no me sucedía algo “increíble”, no me alegraba lo suficiente o sentía que no tenía nada relevante para celebrar.
El día que me propuse vivir una vida un poco más consciente y despierta, todo cambió. Comencé a tomarme espacios en el día para conectar conmigo y entenderme; aprendí a meditar y lo hacía en pequeñas dosis durante el día, lo que me daba mucha claridad y me permitía prestarle más atención a lo que me sucedía en el momento presente. Mantenerme anclada en el ahora dio como resultado que entendiera que el simple hecho de estar viva y de tener la oportunidad para crear la vida que quiero era ¡Increíble! Sentía como si hubiese vivido durante muchos años en un cuarto oscuro hasta que al fin encontré el interruptor, al encender la luz pude comenzar a valorar todo lo que me rodeaba, lo bueno y lo no tan bueno.
Estamos acostumbrados a dejarnos llevar constantemente por nuestra mente y nuestros pensamientos, a vivir en lo que ya sucedió o en falsos escenarios que nos ayudan a ilustrar un posible futuro que, a decir verdad, es bastante incierto. Pero cada día tenemos el poder de cambiar eso, comenzar a apreciar y valorar todo lo que nos ha traído hasta donde estamos ahora.
Cada mañana, al despertar, tómate unos minutos para reflexionar ¿Por qué agradeces hoy? Y todo lo que llegue a tu mente en ese momento, está bien, desde algo de naturaleza material hasta una experiencia que te recuerda cómo te sentiste en un momento específico. Celébralo, porque desde el segundo en el que comenzaste a agradecer por eso que te sucede, tomaste la decisión de vivir en consciencia plena y de valorar tu potencial creador cada día.
Hay días que serán mejores que otros, algunos quizás serán geniales y otros probablemente no tanto. A veces nos sentiremos extremadamente felices, así como también viviremos situaciones que nos harán pensar que nuestro norte está bastante borroso. Pero cada cosa que nos sucede o que vivimos en nuestro día a día, suma a ese cúmulo de experiencias y aprendizajes que hoy nos hacen un ser humano magnífico.
¿Qué tal si dejamos de estar constantemente a la espera de que algo increíble nos suceda y comenzamos a enfocarnos en todo lo que está bien hoy? Probablemente te des cuenta de que siempre te suceden cosas muy bonitas que habías estado dando por sentado.
Siempre estamos sostenidos: por la divinidad, por la vida, el cosmos, Dios, nuestros seres queridos e incluso nosotros mismos. Cuando comenzamos a agradecer, todo se convierte en magia.
GRACIAS a este momento, a cada vivencia, a las personas y maestros que llegan a nosotros, a las meditaciones, a la naturaleza, a la primera taza de café del día, a las conexiones, a las risas, a los llantos, a la serie que te hizo reir, al mensaje bonito que enviaste hoy. GRACIAS a TI por leer.
Al final, Mercedes Sosa sí tenía razón: gracias a la vida, que nos ha dado tanto.