Aprender en casa: una oportunidad de oro.

El mundo entero se ha detenido y nos ha dejado congelados en un momento donde reina la incertidumbre y el estrés de no poder controlar el mañana. Más allá de eso, a aquellos que son padres se les ha sumado el agobio más grande: “¿qué va a pasar con la educación de mis hijos?” A lo que respondo: “¡tranquilos! Es el momento de oro de sus hijos”. Sí, sé que no suena muy convincente que el encierro sea una oportunidad para aprender, pero les prometo que si nos tranquilizamos y dejamos a un lado lo típico, claro que lo puede llegar a ser.
 
Partamos de que, primero, es muy probable que tus hijos ya estén involucrados en algún programa de educación a distancia pautado por su colegio. Un programa, que en tiempo récord, ha sido cuidadosamente reestructurado y adaptado por educadores a las necesidades actuales de tus hijos. Lo cual, en mi opinión, merece una ovación de pie. Evidentemente, esto requiere de muchísimo apoyo de los padres, haciéndolo parecer una carga más, en vez de un apoyo. Y sí, ciertamente trabajar desde la casa ya es un reto lo suficientemente grande para nosotros como para ahora tener que sumarle el rol de profesores.
 
Esta es la razón por la cual insisto en que los niños no tienen por qué seguir llenándose de trabajo académico. No tienen que practicar una y otra vez las tablas de multiplicación. No tienen por qué pasar todo el día leyendo y escribiendo ensayos. No tienen por qué practicar su caligrafía una y otra vez. ¿Qué tal si les digo que el estar en casa puede enseñarle mucho más a sus hijos de lo que puede un libro de texto en un salón de clases? La cuarentena obligatoria nos ha quitado mucho, pero le dio a los niños una oportunidad de oro; aprender de una manera mucho más auténtica y junto a las personas que más quiere: su familia. Nos está enseñando que los niños tienen que jugar y aún más importante, que los niños tienen que vivir experiencias que sean realmente significativas para ellos.
 
El estar tanto tiempo en casa le permite a los niños involucrarse en diversas situaciones del mundo real. Esto los pone frente a frente con conflictos cotidianos. Aprendiendo así, a analizar problemas, a buscar soluciones, a ser más independientes, y aún más importante, a poder explorar a su propio ritmo durante los períodos de tiempo que el niño decida. Esto los aleja de la enseñanza escolar convencional y típicos métodos de evaluación, y los acerca al aprendizaje verdadero.
 
¿Qué quiere decir todo esto? Entonces, ¿qué tenemos que hacer? ¡Sencillo! Involucren a sus hijos en tareas comunes (o no tan comunes) del hogar; cocinen, limpien, organicen, siembren, reparen. De igual manera, invítenlos a crear, a moverse, a bailar al ritmo de su música favorita, a usar su imaginación. En fin, invítenlos a ser niños en un mundo que constantemente los está tentando a crecer aceleradamente. ¿Y qué tipo de cosas pueden aprender de estas tareas tan sencillas? ¡Aquí voy con algunos ejemplos!
 
Si estamos en la cocina, hay un sin fin de oportunidades de aprendizaje para niños de todas las edades. Los más grandes pueden ayudar a leer las recetas; trabajando la lectura y el seguimiento de instrucciones. Podemos también invitarlos a medir las cantidades de los diferentes ingredientes usando tazas de medir; trabajando las matemáticas o aún más específico, las fracciones. Los más pequeños (incluso muy pequeños, confíen) pueden verter algunos ingredientes a medida que se va cocinando. Es decir, que echen los granos en una olla, que coloquen las tazas de agua necesarias para cocinar el arroz, o incluso la harina de una mezcla para hacer unas galletas. Por otro lado, si prefieren no hacerlos parte del proceso pero no quieren quitarle sus ojos de encima mientras tengan que cocinar, pueden pedirle a los más pequeños favores un poco descabellados, pero que seguramente los mantendrán entretenidos. Por ejemplo, darles un recipiente lleno de diferentes tipos de granos y pedirles que lo organicen y nuevamente guarden en sus envases respectivos; esto desarrolla muchísimas cosas como el seguimiento de instrucciones, la motricidad fina y la habilidad matemática de clasificar según diferentes atributos.
 
Si vamos a hacer labores un poco menos convencionales como reparar cosas o sembrar, ¡también invítenlos! Son momentos increíbles para aprovechar la enseñanza de las ciencias naturales e incluso las artificiales. De ver en vivo y directo cómo crece una planta y el proceso de sembrarla o cuidarla. Así como también, aprender a usar herramientas, a ver de cerca cómo funciona un reloj por dentro o aprender a guindar un cuadro sobre una pared. Estas siendo experiencias de la cotidianidad que tus hijos quizás solo han visto en imágenes dentro del salón de clases, privándolos de vivirlas a través de sus cinco sentidos.
 
Por último, llevemos su creatividad e imaginación al máximo. Construyan una guarida con sábanas y cojines, hagan obras de teatro improvisadas, disfrácense de sus personajes favoritos, pinten, bailen y canten. Sumemos también, por supuesto, la lectura. Leamos junto a ellos todo lo que les interese. Invítenlos a leer con ustedes o escojan un libro juntos y tomen turnos leyéndose el uno al otro. Aún mejor, ¿qué tal si leemos dentro de esa pequeña guarida que mencione anteriormente? El arte, en todas sus formas, es esencial para el ser humano y puede aportar a los niños mucho más de lo que se suele creer. Personalmente, estas son las experiencias que más recuerdo de mi infancia y las que creo que más me enseñaron. No solo me dejaron explorar mi lado creativo desde niña, sino que me regalaron muchos de los recuerdos más bonitos que tengo junto a mi familia.
 
En fin, vuelvo a recalcar que tomemos este momento para darle a los niños las vivencias que lamentablemente el mundo atorado y estructurado les ha ido quitando. Démosle la oportunidad de ser niños y de explorar el mundo que les rodea en base a sus intereses. Intereses que probablemente sean muy diferentes a lo que el sistema educativo ha planteado como lo necesario para pasar de un grado a otro.
 
¡No tengan miedo! Ustedes van a estar bien y eso es más que suficiente para que sus hijos también estén bien.
 
Larissa Parra
@bymslari

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